Murgas y comparsas, algunas diferencias
Entre finales del siglo XIX y las primeras décadas de 1900, los corsos alcanzaron su máxima popularidad, pero a partir de 1915 las comparsas comenzaron a desaparecer, dejando lugar las murgas, con características diferenciadas en el tipo de música y formas de manifestación, siendo más grotescas, críticas y picarescas. Por aquellos años, a principios de 1900 se daban los bailes de los conventillos, que eran legión en Buenos Aires, muchas veces terminando a tiros o puñaladas, pero la mayoría de ellas festejados con mucha alegría y camaradería.
A diferencia de las comparsas, las murgas apelan de modo desafiante al grotesco. Las comparsas en cambio tenían influencias europeas y eran bandas de músicos con alto dominio técnico y muchos coros e instrumentos. Las murgas también son el resultado de la mezcla de tradiciones que se dio con la gran inmigración. Antes las agrupaciones carnavalescas se fundaron en fuertes lazos étnicos, de clase y amistad. Con el tiempo se fueron organizando a partir del encuentro e intercambio vecinal de los barrios. Los carnavales fueron mantenidos como fiesta pública por entidades que se organizaron en función de lazos de vecindad y territorio, que es la forma que todavía se encuentra en nuestros días.
Actualmente las murgas y las comparsas, en Buenos Aires, se diferencias, no solo por la vestimenta, el estilo de baile, y los instrumentos de percusión (siendo el Bombo con platillo un instrumento particularmente de la murga porteña), sino también por la importancia del escenario desde donde se entonan canciones, se recitan glosas, y en algunos casos se realizan representaciones teatrales.